No tengo la menor duda que en este preciso momento muchas personas en el mundo están siendo afectadas directa o indirectamente por la pandemia del Coronavirus o COVID-19, ya sea fìsica, psicológica, espiritual o económicamente.
Me motiva escribir sobre este tema el hecho que la mayor incertidumbre y ansiedad en torno a este virus llega justo cuando entramos en la temporada de Semana Santa o Cuaresma, una época en la cual los profesantes de la fe cristiana estamos llamados a prestar más atención nuestra relación y profunda necesidad de Dios.
No podemos negar que en realidad la Semana Santa ya no es tan “santa”, sino más bien una semana de “vacaciones” en la cual muchos aprovechan para hacer de las suyas y darle al cuerpo todos los gustos de esta vida banal, perdiéndose en los placeres de la vida y con ello el verdadero sentido de la cuaresma.
No obstante, parece que Internet y los canales digitales nos han facilitado la liturgia, hoy usted ve que en todas las redes sociales y a través de Whatsapp que la gente comparte sin cesar oraciones de protección e incluso el Salmo que más ha tomado fuerza y pareciera que es el único de la Biblia, el Salmo 91 cual amuleto de protección contra el Coronavirus, y esto no es que esté mal, pero si debemos preguntarnos sinceramente si nos estamos acercando a Dios en este tiempo por nuestra fe o porque nos sentimos agobiados o angustiados por el Coronavirus.
Muchas personas no creen en un Dios que permite las tragedias, pero a lo largo de la historia en la Biblia se muestra a un Dios hace uso del miedo, la tristeza, la desesperación para acercarnos a Él y alejarnos de nuestra autosuficiencia. Aunque muchos vean esto como algo malo, en realidad es una estrategia del amor de Dios hacia la humanidad, porque es que hoy dia nos creemos “dioses”, superpoderosos y Dios ha quedado en un segundo plano. Como ejemplo pudiéramos hablar de Sodoma y Gomorra y el Diluvio Universal.
Estamos viviendo días difíciles, confusos y tal vez aterradores para muchas personas. Por causa de esta pandemia del Coronavirus COVID-19, muchos en todo el mundo están enfermos, otros han muerto, y a menos que la situación cambie dramáticamente, muchos más caerán enfermos y morirán en todo el mundo.
Se especula sobre muchas hipótesis del origen de esta pandemia, lo cierto es que esta situación plantea muchas preguntas serias a nivel médico, ético, político y religioso y no me interesa ahondar en ninguna en particular.
No obstante, desde mi perspectiva cristiana debo acotar que estamos juntos en esto, que queramos o no, lo que afecta a las personas de mi entorno me afecta a mi directamente. El asunto está tan serio que los gobiernos del mundo han tomado medidas como nunca antes, y estemos o no de acuerdo como el mismo Dios manda debemos someternos a la autoridades. Si dicen que nos quedemos en casa, quedemos en casa.
Este es un buen momento para aprender a estar tranquilos por dentro y quedarnos en ese estado de quietud.
El Salmo 46:10 dice: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra». Una de las razones por la cual muchos de nosotros nos preocupamos y estresados en situaciones como estas que vive el mundo actualmente, es porque no sabemos cómo quedarnos quietos.
Quizá hablamos de Dios, oramos, rezamos, leemos la Biblia, pero no conocemos a Dios verdaderamente. Como decía al comenzar estamos cerca de la Cuaresma, y sea válida la oportunidad para pasar este tiempo de quietud con Él para conocerlo, para escuchar su voz, para que así pueda dirigir nuestro camino.
Como profesantes de la fe cristiana, debemos entender que cuando Dios permite cosas como estás, provoca en el ser humano el deseo de buscarlo y acercarse más a él, por tanto creo que esto que está sucediendo en el mundo es un llamado al que debemos prestarle atención y obedecer porque Dios está en el mismo lugar de siempre:
Isaías 55:6-8
»Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo,
llámenlo mientras está cerca.
Que el malvado deje su camino,
que el perverso deje sus ideas;
vuélvanse al Señor, y él tendrá compasión de ustedes;
vuélvanse a nuestro Dios, que es generoso para perdonar.
Porque mis ideas no son como las de ustedes,
y mi manera de actuar no es como la suya.
Así como el cielo está por encima de la tierra,
así también mis ideas y mi manera de actuar
están por encima de las de ustedes.»
El Señor lo afirma.
Dios nos proteja de este mal que agobia al mundo